miércoles, 24 de marzo de 2010

Mi jefe es un C*brón

Antes que comiencen, conozco todos los riesgos que tiene hablar mal de tu jefe en un medio populachero como lo es un blog, donde cualquier hijo de vecino puede irle con el chisme al malnacido ese que me paga unos churupos en quince y último. Así que si alguno de ustedes que lea esto conoce al personaje, espero por su bien no comentarle nada. Conozco gente mala que haría cosas peores a muy bajo costo.

Si llego temprano, se molesta y me gruñe. Igual si llego tarde. O si salgo a almorzar. O si me meto en el Facebook a buscar fotos de mis amigas en traje de baño. Prácticamente no esta conforme con nada de lo que hago, lo que me causa gran pesar y frustración. Tantos años de escuela y universidad para que un patán te tumbe todo de un solo gesto altivo o con una mirada desalentadora.

Maldito. He pensado mil formas de vengarme, pero ninguna aplica. ¿Vinagre en el café? no bebe café, solo agua fresca el muy invertido. ¿Azúcar en el tanque de gasolina de su auto? no maneja, viene trotando todos los días, cual Lee Majors en "El hombre nuclear". Ni siquiera me deja pensar bien como vengarme, se la pasa rondando la oficina, silencioso y con su mirada vidriosa buscando algo que, a ciencia cierta, no sé que pueda ser. 

Aunque, técnicamente hablando, no es un cabrón en el sentido estricto de la palabra. O del género. Digo, es un leopardo verde sobrecrecido, con puro en la boca, tirantes, corbata y una actitud a los J.J. Jameson que irrita bastante. Especialmente porque no le entiendo nada de lo que dice.

Ojala lo envíen de regreso al África.

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