miércoles, 24 de marzo de 2010

Corbata

Recuerdo, en mis años juveniles, el trauma que el seno representaba para mis compañeras de clase. Todo comenzaba por la porporcionalidad; si no era porque excedia, era porque faltaba. De hecho, su principal queja era que no cuadraban con los del resto de la clase.
Para mi, el seno siempre fue un misterio. Incluso ahora en mi edad adulta, si bien nunca tuve complicaciones al respecto. Hoy, ya adulto y responsable, de traje y corbata en un cubículo de oficina, esos recuerdos fluyen a mi mente en tropel. No es un orgullo, pero soy un hombre de senos. Lo demás no capta mi atención. Inclusive, hago retos para ver cuantos senos puedo contar en mi espacio de trabajo. Trato de hacerlo sin que se den cuenta, porque no quiero una amonestación por andar "perdiendo el tiempo".
Lo sé, lo sé, soy superficial. Pero las demás funciones trigonométricas no me inspiran tanta pasion como ésa. No hay nada mas hermoso que la razón entre el cateto opuesto y la hipotenusa, créanme. A veces creo que se ha vuelto una obsesión para mí.

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